jueves, 30 de agosto de 2012

¿Y dónde están nuestros billones?

María Mercedes Cuéllar
Nota: Si me quedó parecida a El Grinch no es casualidad

Acabo de leer el texto del presidente de Bancolombia, Carlos Raúl Yepes hizo una profunda y sabia reflexión sobre los principios y valores, fustigando ese tradicional comportamiento de 'el vivo vive del bobo' a propósito de un error de Almacenes Éxito donde ofreció por internet un nevecón a $400.000 cuando su valor real es de $4 millones… muy bonitas sus palabras, y uno no podría más que suscribirse a ellas, sino provinieran de él.

Seguramente el Sr. Yepes es un hombre 'muy ético' y ha llegado a esa posición de gerencia por un comportamiento profesional ejemplar… pero ¿cómo puede hablar de ética el representante de un gremio que sin un asomo de vergüenza recibe utilidades por billones de pesos mientras el país es más pobre? una 'corporación' que al igual que las demás se dedica a fomentar el crédito para que nos endeudemos más y más, y que luego de manera implacable le caiga con todo el peso de la ley a los morosos, al tiempo que ofrece una rentabilidad más que ridícula en sus programas de ahorro e inversión; una 'corporación' que al igual que sus similares, practica 'la ley del embudo': todas las utilidades para mi, los intereses de financiación para tí.

De antemano sabemos que los bancos son un 'mal necesario' para el sistema financiero en el que estamos metidos, con el agravante que en Colombia tienen unos beneficios incomparables, por lo que año tras año no hacen sino reportar utilidades; y cuando porfin alguien los quiere meter en cintura, gimen y patalean como niños malcriados por no ceder ninguno de sus beneficios; al punto que María Mercedes Cuéllar, presidenta de Asobancaria se atrevió a quejarse que el gobierno "vigila demasiado a los bancos pero no a otros sectores como la venta de papa" ¡Hágame el favor!

Sinceramente pienso que reflexiones tan lindas como las del Sr. Yepes pierden total legitimidad sólo por provenir de el presidente de un banco, que es el primero en practicar la cultura del aventajado y no se solidariza en ningún caso con el que cayó en desgracia.

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